Una joya rodeada de bosques
A aproximadamente una hora de Pau, Saint-Jean-Pied-de-Port es una parada imprescindible del País Vasco interior. El pueblo muestra con orgullo su certificación «Pueblos más bellos de Francia». Saint-Jean-Pied-de-Port es famoso por su historia, su belleza y su particular hospitalidad vinculada al paso durante siglos de los peregrinos del Camino de Santiago.
Situada entre la costa vasca y las montañas que lindan con España, la localidad ocupa un lugar privilegiado a los pies del Puerto de Roncesvalles. El pueblo se fundó en el siglo XII. A lo largo de la historia, ha sido un punto de intercambios comerciales por lo que se consideró un lugar de gran valor estratégico para el reino de Navarra.
Tesoros arquitectónicos
La villa tiene solo 1500 habitantes, pero acoge, sobre todo entre la primavera y el otoño, a decenas de miles de peregrinos. Esta tradición de acogida le otorga una especial atmósfera de tranquilidad y recogimiento. Su paisaje verde es marco de una notable arquitectura: la iglesia de Notre Dame (el edificio gótico más importante del País Vasco francés), la puerta de Saint-Jacques (declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO), la ciudadela y las fortificaciones o la prisión de los Obispos. Estas maravillas del patrimonio se mezclan con las casas tradicionales vascas.
Un saber vivir en el día a día
En las callejuelas se descubren pequeños tesoros en las tienditas de los artesanos. La pesca en el Nive, que atraviesa el pueblo, ha dado lugar a la famosa trucha con perejil, especialidad local. En los restaurantes se degustan todas las delicias de la gastronomía vasca: piperrada, chipirones, anguilas con perejil, cuajada de leche de oveja y confitura de cereza negra y vinos de Irouléguy. Subid un poco más, a través del bosque hasta Roncesvalles, seguid los pasos de las tropas de Carlomagno y saboread el recuerdo de Roldán. El lugar está rodeado de la espesa selva del Irati en su vertiente española. Qué bien sienta respirar este aire puro cargado de recuerdos y clorofila.