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Una tierra generosa

El Béarn está marcado por la naturaleza, la que permite practicar actividades al aire libre y la que, igualmente generosa, da forma a su gastronomía: el terruño. De este modo, a lo largo de los siglos y las estaciones, nuestros productores han cultivado el amor por la buena comida y el arte de sus vinos refinados.

 

Comencemos por descubrir la célebre « garbure ». Este plato, típicamente bearnés, es una sopa de verduras y carne. Hecha con productos sencillos de buena calidad, encarna nuestra hospitalidad. Col, manchones de pato y «haricots-maïs» (variedad de alubias blancas del Béarn) son los ingredientes indispensables. Se degusta al amor del fuego en familia o entre amigos. La garbure era el alimento tradicional de los campesinos gascones, que solo la comían en invierno. Su receta evolucionó al ritmo de las estaciones y en función de los recursos del huerto y de la despensa. La garbure se cocina pues, con más o menos ingredientes según los gustos. Es particularmente sabrosa y reconfortante elaborada con la alubia blanca haricot-maïs. Esta legumbre llegó a Europa en el siglo XVI con Cristóbal Colón, al mismo tiempo que el maíz. En las granjas bearnesas se comenzó a sembrar una semilla de alubia por cada dos plantas de maíz. Esta planta trepadora, que puede alcanzar hasta 2,5 m de altura, sirve de tutor para el maíz.

Tras la garbure ¡ el pollo guisado ! Este plato típico bearnés data del siglo XVIII. Se trata de un pollo cocinado a fuego lento con diversas hortalizas: zanahorias, nabos, puerros, cebollas y clavo.

Aún no hemos hablado de las palomas, cazadas en pleno vuelo cuando atraviesan los puertos del Pirineo y cocinadas en las buenas mesas del Béarn. Se las aprecia tanto en salsa como asadas.

¿ Y de postre ?

El célebre melocotón Roussanne de Monein se lleva la palma. Esta sabrosa variedad de melocotón se conoce desde la Edad Media, pero es muy frágil y tolera mal el transporte. Su cultivo, que exige una gran pericia, se recuperó hace una veintena de años. El melocotón Roussanne se reconoce por su sabor único, madurado por el sol de las laderas bearnesas.

El queso es un emblema de la gastronomía de los Pirineos bearneses. La riqueza natural de la flora de los pastos bearneses confiere a los quesos sabores únicos y variados.

Y, por supuesto, todos estos deliciosos platos se saborean con buenos vinos y en eso el Béarn tiene una larga tradición: Jurançon, Pacherenc, Madiran y DO Béarn. Hay mil matices en estos vinos tintos o blancos que acompañan a todo tipo de platos. La naturaleza nos ha tratado con mimo. ¡ Ven a degustar sus frutos !

  • Magret de pato con melocotón Roussanne
  • Foie gras del Suroeste
  • Queso de oveja de los Pireneos
  • Garbure bearnesa
  • El jamón de Bayona